Liberando tenciones


Habían sido ya varios años lo que llevábamos Adri y yo en tensión. Se notaba cuando nos cruzábamos, cuando nos mirábamos, la sonrisa inevitable… todo se notaba en el ambiente.

No recuerdo muy bien cuándo, pero podría decirse que Adri provocaba muchas sensaciones en mí desde siempre.


Yo soy un chico del montón, no muy delgado ni gordo, con un cuerpo trabajado en el gimnasio. Adri tiene un cuerpo atlético, debido a que desde muy pequeño ha estado en el equipo de fútbol. Tiene los ojos verdes, casi siempre va con barbilla de tres días sin afeitar, unos labios muy apetecibles, que hacen que te muerdas los tuyos inevitablemente, y una voz… una voz que se te clava en lo más profundo, por lo menos eso me pasa a mí. Pero debe ser porque llevo ya varios años enamorado de él. Con respecto a su personalidad es el típico chulo que se nota hasta en su forma de andar, pero con un corazón muy grande. Conmigo era de otra forma, no se comportaba como el típico chulo que se cree algo por ser un musculitos.

Todo empezó cuando nos tocó en el mismo curso y la misma clase. Él repetía curso. Yo siempre había querido hablar con él, siempre me acercaba, bromeábamos… tonteábamos… Tampoco faltaban los celos por mi parte cuando me contaba cosas sobre sus ligues o cuando no se separaba de su “amigo inseparable” de la clase. Aunque claro, creció una amistad muy buena entre él y yo. Adri me contaba sus cosas y yo siempre le ayudé y lo apoyaba. Hubo una vez que tuvimos hora libre y yo estaba sentado mirando la pantalla de mi móvil. Nunca hubiese imaginado que apareciese por detrás de mi y me abrazara. Pasó uno de sus brazos por mi hombro y apoyó su barbilla en el hombro contrario. Yo me quedé de piedra. Todo eso me provocó un calentón y casi no podía resistirme a mover mi cabeza y besarle, pero me resistí. No recuerdo cuánto tiempo estuvimos así, pero para mí siempre fue muy poco tiempo y tampoco me importó la mirada de los demás.

Cuando terminamos el curso nos separamos y cada vez que nos encontrábamos en una fiesta o por la calle, la tensión en el aire se notaba cada vez más. En su mirada, en mi sonrisa, en la suya… Ninguno de los dos nos decíamos nada al respecto.

Hasta que una noche de verano coincidimos en una fiesta que había preparado un viejo amigo. Todo comenzó normal, nos saludamos y tal. Cada uno estábamos en un grupo distinto de personas. Yo no podía evitar separar mi mirada de todo él, su culo marcado por un pantalón ajustado, sus pectorales y bíceps marcados por la camisa, las facciones de su cara… Pasaron unas horas y decidí ir a prepararme otro cubata. Mientras lo preparaba apareció el por detrás y me abrazó como lo hizo aquella vez hacía varios años.

– Ey, Adri – le dije.

– Qué pasa tío… – se notaba ya que estaba tocado por el alcohol. Yo también lo estaba.

– Pues nada, aquí preparándome el último cubata que ya es muy tarde…

– Qué dices, si esto acaba de empezar. Tienes muy poco aguante colega.

– Ya… pero tío estoy muy cansado, he dormido muy poco. – no podía evitar separar mi mirada de sus ojos verdes. Me volvía loco.

– Vale, como quieras… pero comparte este último cubata conmigo y ya después te vas, ¿vale?

– Vale – le sonreí.

Nos pusimos a bailar un poco con la música y con nuestros cubatas hasta que nos lo terminamos.

Adri decidió acompañarme hasta mi casa y no me pude negar. La verdad es que tampoco quise. Durante el camino hablábamos de muchas cosas, de sus ex, de sus ligues… hasta me estaba diciendo que estaba cachondo por un éxtasis que se había tomado antes. La verdad es que no iba muy mal, se mantenía en pie, aguantando como un machote. Llegamos a la puerta de mi casa y miró hacia la ventana. Estaban las luces apagadas.

– ¿Están tus padres tu casa? – la tensión cada vez se notaba mucho más.

– No, no vuelven hasta mañana por la noche… ¿p…

Y de repente se me acercó y me besó. Esa fue su respuesta. A mi me quedó todo claro. Abrí la puerta como pude mientras no paraba de darme besos por el cuello, acariciándome por donde pillaba. Cerramos la puerta y seguimos besándonos caminando hasta la habitación de mis padres. No me dio tiempo a encender ninguna luz. Por fin toda la tensión se liberaba poco a poco en cada beso y caricia.

Nos tiramos a la cama cayendo él encima de mi. Mientras nos besábamos no había parte de su cuerpo que no acariciaba. Me desabrochaba la camisa con ansias, el cinturón, me quitaba los pantalones todo lo rápido que podía… y después se quitó toda su ropa. Cuando ya estábamos los dos desnudos se sentó encima de mi polla y se agachó para seguir besándome mientras se movía lentamente provocando fricción entre nuestras pollas. Cada vez estábamos más cachondos y suspirábamos entre beso y beso. Yo acariciaba toda su esbelta espalda bajando hasta sus glúteos. Qué culo, por dios…

Empezó a bajar lentamente, besándome el cuello, lengüeteándome cada poro de mi piel, parándose en mis pezones, haciéndome gemir como nunca antes lo había hecho. Volvió otra vez a besarme pero ésta vez fue un beso corto y bajó hasta llegar a mi polla. Empezó a lamérmela por el tronco lentamente, desesperándome, hasta meterse el glande entero succionándolo. Chupaba lento, deteniéndose a saber en qué parte de mi polla, saboreándola, comiéndosela como un manjar.

– Como sigas así harás que me corra en nada… – dije entre gemido y gemido.

– Tranquilo, nos queda tooooda una noche… – y volvió a besarme.

Decidí que ahora me tocada a mi darle placer a él, así que hice que se acostara boca arriba para poder comérsela yo a él. Primero le besé, fui bajando lentamente como él me había hecho a mi, desesperándolo, haciendo que pidiera más y más.

Cuando llegué a su polla estaba bañada en líquido pre-seminal y en un olor a macho impresionante. Adri me volvía loco. LOCO. Empecé a chupársela, a comérsela con ansias, mientras le acariciaba los abdominales.

Volví a besarle, sentándome encima de su pene. Me levanté un poco sosteniéndole los brazos y empecé a moverme hacia adelante y hacia atrás, haciéndole una paja con mi culo. Adri no paraba de gemir. Yo sólo quería que me la metiera de una vez, me daba igual si me hacía daño o no. Quería ser suyo, sólo suyo. Así que paré de moverme y le besé.

– Quiero que me folles, Adri –le susurre en el oído.

– ¿Tienes condones? Yo no me he traído ninguno…

– Puf… no, no tengo, pero da igual, ¡quiero que me hagas tuyo ya! –le dije.

Me levanté un poco, cogí su polla y lentamente me iba sentando encima, clavándomela. Dolía mucho, no podía evitar gritar, pero me daba igual. En un principio, fui moviéndome lentamente, aguantando el dolor, pero poco a poco fue desapareciendo y empecé a sentir placer. Adri no paraba de suspirar fuerte y de acariciar mi pecho y mis abdominales.

– ¡Hazme tuyo, por favor…!

– ¡Ooooooh siiii…! Sigue Jose… eres mío… –suspiraba.

Sentir su polla en mis entrañas entrar y salir de esa manera me provocaba tanto placer que era como correrse sin que te hicieran una paja. No parábamos de gemir ninguno de los dos entre tanto placer.

– ¡Voy a correrme Jose!

– ¡Hazlo ya! Quiero que te corras, sentir tu leche dentro de mi… – me empecé a mover más rápido.

– ¡Aaaahhhhh… oooooohhh… siii…!

Sentí su semen dentro de mi culo. Le empecé a besar intensamente. Éramos sólo uno.

– Ahora yo quiero que me hagas tuyo, Jose… – me pidió.

Entonces me levanté, me dio igual manchar las sábanas de mis padres, y le dije que se diera la vuelta. Le levanté un poco el culo, Se lo abrí con mis manos y empecé a lamérselo. Adri no paraba de gemir más y más, a retorcerse entre las sábanas.

– Esto es el cielo, jodeeer…

Tenía que lubricarle de alguna forma, no quería hacerle daño. Empecé a meterle un dedo lentamente. Dos dedos, no paraba de suspirar. Tres dedos… hasta que creí que era suficiente.

– Te haré mío, Adri.

Y se la empecé a meter lentamente. Mi glande ya estaba dentro de su culo y sentí un placer inmenso. No parábamos de gemir y suspirar. Mi polla ya estaba metida entera en él.

– Eres mío.

– Soy todo tuyo.

Empecé a meterla y a sacarla lentamente, sintiendo cómo las paredes de su ano abrazaba mi polla. La fricción era placer total. Cuando supuse que ya no le dolía tanto, empecé con un movimiento más rápido. Ahora éramos los dos los que nos retorcíamos entre las sábanas.

Cuando ya estaba a punto de correrme le avisé, pero quería que me corriera dentro de él, como él había hecho conmigo. Él estaba a cuatro patas, así que le abracé y empecé a gemir y suspirar en sus oídos.

– Ooooooh… qué rico Adri, tienes el mejor culo del mundo… aaaahh…

Y caímos rendidos sobre la cama. Yo encima de él. Se dio la vuelta y nos besamos.

– Ha sido increíble, Jose…

– Adri… te quiero.

– Y yo a ti. Te quiero desde hace mucho tiempo –. Nos volvimos a besar, acariciándole el pelo y él con mi cara entre sus manos.

– Mañana nos espera un día un poco movidito, ¿no crees? –le dije, sonriendo.

– ¿Mañana? No te dejaré dormir. –Y me besó.

Pasamos toda la noche sin dormir. Liberando toda esa maldita tensión que empezó varios años atrás.

____________________________________________________

Espero que les haya gustado. Es mi primer relato gay. Pueden opinar sobre lo que quieran :)

Anonimo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario